Antes que los viajeros descubrieran otra alternativa al comercio marítimo entre Europa y Asia desde hace ya más de dos mil años, había que realizar un largo recorrido que cruzaba pueblos como Pekin, Bukhara, Serai, Babilonia hasta Jerusalem entre muchos otros… lo que ha hecho que hoy por día se haya convertido en una ruta que llama la atención de todo turista que desea descubrir algunas de las ciudades comerciales más importantes del continente Euroasiático.
La Ruta de la seda era una red de rutas comerciales entre Asia y Europa que se extendía desde Chang'an (actualmente Xi'an) en China, Antioquía en Siria y Constantinopla (actualmente Estambul, Turquía) a las puertas de Europa. Debe su nombre a la mercancía más prestigiosa que circulaba en ella, la seda, cuya fabricación era un secreto que sólo los Chinos conocían, aunque los Romanos se acabaron por conocerlo antes del comienzo de nuestra era a través de los Partos. Muchos otros productos transitaban estas rutas: piedras y metales preciosos, telas de lana o de lino, ámbar, marfil, laca, especias, vidrio, coral, etc.
Estas antiguas rutas, utilizadas durante miles de años, que el general chino Zhang Qian, según se cree, abrió en el siglo II a.d.C., no tenían un nombre particular. "Ruta de la Seda" es una designación relativamente reciente, de mediados del siglo XIX cuando el barón Ferdinand von Richthofen, geólogo alemán, llamó a esta red de comercio y comunicaciones "Die Siedenstrasse" (la Ruta de la Seda). El término, también utilizado en plural, ha permanecido en el tiempo para avivar nuestra imaginación con su misterioso poder de evocación y fantasía.
Marco Polo, mercader y explorador veneciano, junto con su padre y su tío fue el primer europeo en transitar la ruta de la seda a China (que él llamaba Catai). Sus viajes están relatados en el conocidísimo libro "Il Milione" ("El Millón" o Los viajes de Marco Polo).
Otro gran explorador de la ruta de la seda fue el tangerino Ibn Battuta, que en 1325, partió por primera vez hacia La Meca con el firme propósito de cumplir con la peregrinación preceptiva en el Islam, y recoge sus viajes en la obra “A través del Islam”.
Antes de que China abriese sus fronteras al comercio y las caravanas comenzasen a viajar por la Ruta de la Seda, Alejandro Magno ya fundó ciudades en Asia Central. Luego llegarían los Hunos y los Turcos trayendo la nueva religión islámica y se construirían muchas Mezquitas y Madrassas en las ciudades de Samarkanda, Bukhara y Khiva, después destruidas durante la invasión de Gengis Khan. Su descendiente Timur (también conocido como Tamerlán) reconstruyó las ciudades con el trabajo de esclavos y artistas prisioneros. Tamerlán conquistó Persia, capturó Bagdad y dirigió expediciones a Anatolia y la India. La mayoría de las construcciones de Samarkanda datan del reinado de Timur y su nieto Ulugbek, astrónomo y matemático, y responsable de la construcción de un centro científico en Samarkanda. En esta etapa el desarrollo cultural alcanzó su apogeo.
La ruta de la seda combina destinos exóticos, paisajes de gran belleza, y sitios donde descubrir el origen de las culturas actuales. Escenarios de grandes imperios, a lo largo de 9000 kilómetros, el corredor de la ruta comercial más antigua del mundo nos llevará por sitios con la magia de Capadocia, en Turquía, el mar de arena de las dunas de Dunhuang, en China, el increíble cráter encendido eternamente de Darvaza, en Turkmenistán, o las ruinas de la antigua ciudad majestuosa de Palmira.
Con una antiguedad de más de 2,000 años. Partía de Chang’an (hoy Xi’an, provincia de Shaanxi) en el este y llegaba hasta Roma, Italia en el oeste. De más de 7,000 km de largo, más de la mitad pasaba por China.
A lo largo de la sección en China hay muchos sitios históricos o reliquias culturales muy famosos. Los más conocidos son los Caballos y Guerreros de Terracota de tamaño natural excavados cerca de la Tumba del Emperador Qin Shihuang, considerados la “Octava Maravilla del Mundo”; las Grutas Mogao de Dunhuang, conocidas como “tesoro del arto oriental”, el Reino de Loulan desaparecido en el desierto; y las ruinas de Gaochang, una importante ciudad en la Ruta de la Seda. Además, la ruta pasa por lugares con fenómenos naturales únicos y magníficos, tales como las Montañas Flamígeras y la Villa de Viñedos en Turpan, la Isla de los Pájaros en Qinghai y el Lago Tianchi en las Montañas Tianshan.La ruta atraviesa gran parte de China, Siria, Turquía, Irán, Iraz, Uzbekistán, Turkmenistán y China, sobre un total de 24 países. Y su recorrido, es uno de las rutas temáticas más concurridas del planeta. Es ideal para recorrer en primavera, o comenzar a hacerlo en ésta estación, con buen clima y tiempo para tantos paisajes y lugares por descubrir. El corredor de Heixi, por ejemplo, es uno de los trayectos más crudos de la ruta, y famoso porque muchos de los antiguos comerciantes no llegaban a pasarlo por la rigurosidad del clima y el paisaje.Algunos de los puntos de mayor interés en la milenaria Ruta de la Seda, son principalmente descubrir las ciudades comerciales, vivir la experiencia del largo viaje, conocer la cultura hindú y budista que se entremezcla uniendo estos dos puntos. Las principales ciudades que descubriréis viniendo desde la provincia de Gansu por Lanzhou, Tianshui, Zhangye, hasta pasar por el largo corredor de Heixi, famoso por ser el espacio abierto más grande de la ruta donde muchos de los comerciantes y mercaderes cedían ante la muerte del camino, al tener que atravesar por largas semanas sus desiertos y altas montañas que alcanzaban las murallas de Jiayuguan.
El trayecto actual de la Ruta de la Seda, es toda una aventura. El proyecto de promoverlo turísticamente, crece cada año, apoyado por la Organización Mundial del Turismo y la UNESCO, aunque en concreto, se encuentra en una etapa de desarrollo. Las dimensiones y la cantidad de ciudades y países implicados son impresionantes, considerando a la Ruta de la Seda como un verdadero parque temático histórico y cultural con 12.000 kilómetros de extensión.
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